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La Cantera (Santa Fe)

Políticas de la Juventud

LA JR EN EL CONGRESO DOCTRINARIO

Exponemos a continuación el texto presentado ante la Secretaría del Congreso Doctrinario sobre "Políticas de Juventud".

Autor: Comité Nacional de la Juventud Radical

1 – Acerca del Concepto de Juventud

1.1 - El concepto de Juventud se ha naturalizado como una mera cuestión biológica o de edad. Sin embargo, la “Juventud” como etapa de individualización social definida, no siempre existió. Se trata de un producto social contemporáneo, formado por el modelo urbano industrial que transformó las tradicionales relaciones existentes en la familia y el trabajo.

1.2 – Previo a la irrupción del modelo de acumulación capitalista, la socialización de los individuos se daba en el seno de la familia. Desde entonces se lleva preponderantemente a cabo en el marco del proceso educativo, destinado a formar mano de obra clave para el nuevo modo productivo emergente basado en el capital intensivo, la tecnología compleja y la calificación laboral. Es recién a partir de la progresiva diferenciación de las sociedades capitalistas modernas, que se generaliza a la juventud como proceso social.

1.3 - En estas sociedades, las actividades de producción, económica, cultural y social, reclaman de un tiempo de formación prolongado, que se adquiere en las instituciones educativas para cumplir con las demandas sociales, particularmente en el mercado de trabajo. Se puede afirmar entonces, que la Juventud, en nuestras modernas sociedades industriales, es una condición sociocultural que se produce en el encuentro entre el tiempo de la educación y los requerimientos del mercado de trabajo. Institucionalizados ambos en el tiempo dan homogeneidad e identidad a esta condición llamada Juventud.

2 – Acerca de la Situación de la Juventud en la Argentina.

2.1 – En la Argentina de comienzos de siglo observamos como, por un lado, se achica el mercado de trabajo, reflejado en los inéditos índices de desocupación y trabajo precario, con alto impacto en las nuevas generaciones que pugnan por acceder a su primer empleo. Por otro lado, vemos crecer las cifras de deserción escolar, al tiempo que de la población escolarizada, observamos un porcentaje cada vez mayor de aquellos que no siguen el Polimodal después de la Educación General Básica. El resultado: cada vez más vastos sectores de jóvenes que no estudian ni trabajan.

2.2 – Ello no es casual, sino consecuencia directa de la implementación en nuestro país durante la década de 1990, de las teorías económicas neoliberales. Fue entonces que la Argentina vivió una doble tragedia: Por un lado, la destrucción de la Educación Pública modelada por la Ley 1420, a partir de la sanción de las leyes Federal de Educación, y de Educación Superior. Por otra parte, la desarticulación del sistema productivo, el mercado interno y el sector público, expulsando a miles de argentinos del mercado de trabajo.

2.3 - Mientras en los países del Primer Mundo el problema es la fragmentación de sus juventudes y la pérdida de identidad por falta de homogeneidad, en nuestros países del Sur el problema es la polarización. Un 50% de jóvenes con escasa educación, y un 50% con niveles de instrucción y capacitación elevados. Los primeros con posibilidades cada vez más inciertas de conseguir empleo e independizarse; los segundos, con cada vez mayores dificultades para insertarse en el mercado de trabajo, que cada vez demanda más calificación para trabajos más escasos y menos remunerados.

2.4 – Es obvio remarcar el lugar de abandono en que caen quienes son excluidos, y el caldo de cultivo de conductas que van desde pedir limosna al Estado a quebrar la ley para sobrevivir. Por otro lado, el otro sector que pugna con esfuerzo por incluirse, cada vez con menos posibilidades de éxito, privilegia su propia seguridad, al tiempo que ve como una amenaza el largo ejército de quienes no pueden acceder a los bienes mínimos. Un verdadero caldo de cultivo de relaciones xenófabas que proponen soluciones de menos a más autoritarias reduciendo los reclamos a demandas de más seguridad.

2.5 - Vivimos así una polarización social y cultural que introduce tensiones que minan la base del funcionamiento de las instituciones democráticas. En el caso de la Juventud, se trata de generaciones nacidas en el marco de la Democracia recuperada, así como también, en la época de empobrecimiento más brutal de toda la historia argentina. No resulta extraño entonces, que tengan dificultades para realizar una valoración positiva del sistema democrático, simplemente porque éste parece abandonarlos a su suerte y porque además no han vivido la tragedia autoritaria.

3 – Acerca de la “función social de la Juventud”

3.1 - Las funciones que los jóvenes tienen en las complejas sociedades modernas son fundamentalmente dos: Por un lado la de reproducir las tradiciones, visiones, valores, modos de hacer, que hacen posible la continuidad de la sociedad misma. Por otro las juventudes representan el eslabón que toma esos elementos del pasado y los reproduce con formas y contenidos nuevos, permitiendo así que las sociedades progresen y se transformen. Son funciones duales y casi contradictorias que aseguran las continuidades y producen al mismo tiempo los cambios y las innovaciones.

3.2 – Es por ello que una sociedad que no garantiza a sus jóvenes las condiciones necesarias que hacen posible la Juventud, es decir, la educación y capacitación necesaria para incorporarse al mundo del trabajo, están condenadas al atraso y a la decadencia futura.

4 - Acerca de una Política de Juventud

4.1 - Hay pocas dudas hoy en Argentina que los jóvenes pobres deben ser un grupo social prioritario de las políticas sociales porque allí se hallan algunas de las claves de un futuro del país. Estas políticas deben, a nuestro criterio responder a dos puntos de vista: su contribución a la equidad y su contribución a la integración social.

4.2 - Promovemos políticas de juventud que refuercen el protagonismo de los jóvenes, considerándolos actores, y desarrollando una estrategia de fortalecimiento individual y colectivo, escapando al mero asistencialismo, para cambiar el "les damos la palabra" a los jóvenes, por “ellos toman la palabra”.

4.3 - Las urgencias sociales que se proyectan sobre el horizonte de nuestro país plantean que es preciso atender necesidades cada vez mas básicas, y el enfoque asistencial pareciera prácticamente ineludible. Pero no debe perderse la meta de desarrollar una política social mas amplia, con vocación de creación de mayores oportunidades, acompañando un modelo económico- social mas inclusivo.

4.4 - El Radicalismo sostiene una mirada más global sobre la política pública de juventud, que sobrepase una visión particularizada, que avance en el proceso de pasar de la generación de programas sociales juveniles, a la construcción de una política. Ya se ha dicho demasiado: la suma de programas sociales no hacen una política.

4.5 - El principal objetivo de una política de la juventud es incrementar en los jóvenes la capacidad de comportarse como actores sociales, o sea de modificar su entorno social para realizar proyectos personales. Es decir, debe procurarse el fortalecimiento del espíritu de ciudadanía, que comprende a la vez, la confianza en las instituciones y la conciencia de poder hacer escuchar su voz en ellas.

5 – Decálogo de desafíos para una política de Juventud desde el Radicalismo.

5.1 - Primero: Sobre la noción de juventud. Dejar de concebir a los y las jóvenes bajo la noción de «joven problema y carenciado», visión que ha tendido a la generación de un determinado tipo de política de juventud de carácter compensatoria; para avanzar en la comprensión del mundo juvenil como un actor estratégico del desarrollo del país, al cual deben brindarse las oportunidades para acceder a ese estatus de manera universal y para todos los jóvenes.

5.2 - Segundo: Los jóvenes como sujetos de derecho. Íntimamente ligado al anterior, se precisa considerar a los jóvenes como sujetos de derecho pleno, no sólo como «beneficiarios» de ciertas prestaciones de la política pública; situación que requiere plasmarse en algún marco y/o instrumento jurídico/político que garantice el fomento y respeto de los derechos de los y las jóvenes. Puede ser una Ley de Juventud (como la Ley de la Juventud en Colombia, en 1997), un Estatuto (como el Estatuto de Crianza y Adolescencia en Brasil, en 1990), u otro instrumento similar.

5. 3 - Tercero: Las políticas de juventud deberían ser, entonces, integrales, en el sentido de procurar encarar la problemática juvenil en todos sus componentes y con una perspectiva de conjunto, en el marco de estrategias globales de desarrollo; específicas, en el sentido de responder con precisión a las múltiples aristas de dicha problemática, sin esquemas preconcebidos; concertadas, involucrando a todos aquellos sectores y actores relevantes en el dominio de la juventud; descentralizadas, brindando una fuerte prioridad a los esfuerzos en el plano local; participativas, criterio que implica necesariamente un gran protagonismo juvenil; y selectivas, priorizando fuertemente a los jóvenes del estrato popular urbano y rural, y a las mujeres jóvenes en particular.

5.4 - Cuarto: El «capital institucional» necesario. Para viabilizar una política de juventud, es imprescindible contar con un soporte institucional. Una política pública sin una institucionalidad consistente, se vuelve algo no sustentable en el tiempo. Se precisa avanzar en la construcción de «capital institucional» en materias de juventud, a todos los niveles de la institucionalidad pública y privada. Sean los organismos nacionales de juventud, los organismos Provinciales de juventud, los organismos locales de juventud a nivel municipal, los consejos de juventud en los diferentes niveles, y los organismos no gubernamentales dedicados a materias de juventud. En su conjunto estos organismos pueden generar una cierta «masa crítica» que permita avanzar en la construcción e implementación de una política genérica, como las específicas que se requieren para el abordamiento de la dimensión juvenil.

5.5 - Quinto: La generación de instrumentos. Nos encontramos con la necesidad de generar instrumentos a nivel de planes de acción, sean éstos de carácter nacional, Provincial y/o Municipal, que permitan operativizar una política de alcance territorial y sectorial.

5.6 - Sexto: El financiamiento necesario. Lo presupuestario no puede estar ausente al momento de implementar una política de juventud, cualquiera que sea el alcance que ésta pretenda.

5.7 - Séptimo: Un órgano rector y coordinador de la política.

5.8 - Octavo: Es preciso de parte del Estado y otros organismos, el dar «señales claras y precisas» que puedan incentivar y orientar a las personas que se desempeñan laboralmente en estas materias. Aquí vemos como una carencia que impacta en el ámbito de la institucionalidad en juventud, por lo que se hace necesario un Centro de Formación y/o un Instituto de Juventud, que ocupe este espacio y dé cuenta de la demanda de formación, capacitación y profesionalización de los agentes que trabajan en juventud.

5.9 - Noveno: La participación de los jóvenes. Potenciar procesos juveniles que tiendan al desarrollo y legitimidad de sus expresiones de participación, de generación de iniciativas, de agrupamiento, de representación formal e informal de los jóvenes, que los haga visibles; que les permita contar con espacios para ejercer sus demandas, y a su vez, el elevar su capacidad de interlocución con los actores y en temáticas que les son propias.

5.10 - Décimo: Una agenda pública y temática proritaria. Plantearse la interrogante sobre ¿cuáles debieran ser los ejes y prioridades de una agenda pública y temática en materias de juventud para los próximos años?

i) El mejoramiento de las condiciones de vida socio-estructurales (educación, trabajo y salud) y culturales de los jóvenes en situación de menor privilegio o con mayores desventajas sociales.

ii) El avanzar en aquellos «temas» de gran importancia subjetiva desde la óptica de los diferentes colectivos juveniles.

iii) El potenciar el tema de la participación social y política de los jóvenes en su calidad de ciudadanos.

iv) El apoyo al desarrollo de las culturas juveniles populares, es decir, de los colectivos juveniles con menos oportunidades.

v) A nivel de colectivos o segmentos específicos, una prioridad se constituye en las realidades que vivencian los jóvenes rurales populares y las mujeres jóvenes, dos segmentos olvidados y ausentes de la agenda programática hacia lo juvenil.

vi) Y de manera transversal, la potenciación de la participación juvenil en la prevención y enfrentamiento de los «riesgos en la sociedad actual», donde aparecen los consumos abusivos de ciertas drogas (legales o ilegales), los riesgos de optar por prácticas reñidas con la ética y la legalidad como vía de movilidad social ascendente, los riesgos en la práctica sexual sin los cuidados necesarios y responsables en la prevención de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados, los riesgos en cierto modo asociados al «estilo de vida juvenil», siendo uno de ellos las altas tasas de «accidentabilidad» juvenil (por ejemplo, los accidentes automovilísticos).

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